sábado, 26 de marzo de 2011

"EL DERECHO A LA EDUCACIÓN"

                Julieta era una niña de trece años que vivía en una pequeña aldea del Perú más pobre. A su pronta edad, Julieta tenía que cuidar de sus cinco hermanos menores; José, de diez años, Jesús de ocho, Carla de cinco, Manuel de tres y la pequeña Victoria, de sólo un año de edad. Esta tarea le ocupaba todo el día, ya que su madre era muy pobre y tenía que trabajar de sol a sol para poder alimentar a sus seis hijos. Su padre había muerto antes de que su hermana menor naciera. Julieta recordaba con añoranza aquel tiempo, ya que antes de que su padre muriera, ella podía ir a un pequeño colegio improvisado que había en la aldea, donde le enseñaron a leer y a escribir. Julieta era de las pocas privilegiadas en aquella pequeña aldea de un lugar recóndito en medio de la nada, que sabía leer y escribir, a duras penas. Ella siempre se sintió muy contenta con la idea de poder ir a clase pero, realmente nunca le vio la utilidad, ya que su madre no quería que fuese a la escuela puesto que no era productivo para la unidad familiar, y esta responsabilidad pesaba sobre los jóvenes hombros de nuestra protagonista. La madre de ésta, y ella misma, no sospechaban la enorme importancia de la educación, y cómo jugaría un papel determinante en sus vidas…
           
Un día nublado de primavera, la madre de Julieta enfermó; tenía mucha fiebre, sudaba mucho y su mirada cansada y perdida hacía temer a Julieta lo peor. En un intento desesperado por articular palabra, la madre le dijo a su hija: “Julieta, por favor, ve corriendo a la aldea más cercana por el camino de tierra, se llama Montealto; tráeme un médico que dicen que vive allí”. Julieta corrió hacia el camino de tierra y lo tomó, yendo tan deprisa como sus piernas le permitían. La niña estaba muy asustada, y por el camino mil pensamientos se le pasaban por la mente a cada minuto, entre ellos que nunca, jamás en su vida, había salido de su aldea sola, y que no conocía aquel camino. Corría el peligro de perderse y quedarse atrapada en aquella selva oscura, fría y peligrosa, donde no tardaría mucho en morir. Después de un buen rato corriendo, llegó a un cruce de caminos; el camino que hasta entonces había recorrido y en el que había confiado para llegar a su destino, se dividía en tres; ¿qué camino tomar? ¿Cuál  sería la opción más acertada, izquierda, derecha o centro? Su corazón latía tan deprisa que sentía que se le salía del pecho a cada bocanada de aire que tomaba. En ese momento, como si de un rayo de luz en mitad de un túnel se tratara, vio un viejo cartel construido con maderas en mitad del cruce. Tras un año y medio sin leer, sin asistir a una sola clase, concentró todos sus esfuerzos por poder leerlo. La flecha que indicaba la dirección derecha tuvo la respuesta definitiva: “Montealto”. Al terminar de leer esa palabra, con muchos esfuerzos, la niña salió disparada esta vez impulsada por la alegría y satisfacción que había conseguido al poder leer aquella maravillosa palabra. No tardó apenas ni cinco minutos en divisar la aldea y encontrar al médico. Ambos montaron en el asno del doctor y salieron corriendo hacia la aldea natal de la niña. Por suerte, el médico pudo darle la medicina a tiempo a su madre y ésta se recuperó a los pocos días. Desde aquel día, tanto Julieta como su madre aprendieron la importancia de saber leer y escribir para poder defenderse en la vida. Y también desde aquel día, Julieta tomaba en brazos a su hermana Victoria, la más pequeña, y acompañada de sus otros cuatro hermanos volvieron a ir a la escuela del pueblo, todos juntos. Tanto le conmovió la historia de estos seis hermanos al doctor, que tomó como pupila suya a Julieta, y ella pudo viajar a la capital más cercana para continuar sus estudios. Actualmente, Julieta es médica en un hospital y de vez en cuando viaja a las aldeas más recónditas para asistir a las gentes pobres del lugar de manera gratuita. Para ella, desde aquel día en que su madre enfermó, comprender que ejercer su derecho a la educación pudo cambiar su vida para siempre fue la lección más importante que le dio la vida.


NOMBRE: GEMMA LUQUE RUZ
 

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