Josefina, era la madre de cuatro hijos, vivían en un pequeño poblado, a las afueras de la ciudad. Cada día “lavi”, que así era conocida en su pueblo, por la viudedad que le acompañaba, se levantaba muy temprano para hacer pan, y luego venderlo en el mercado de la ciudad.
Sicada, era la hija mayor, se quito muy pequeña del colegio para poder ayudar a su madre. Le gustaban mucho los libros, soñaba con poder leerlos, cogía los libros de sus hermanos, y por las noches mientras todos dormían, ella los ojeaba y veía las imágenes, creando sus propias historias.
Se levantaba todos los días a las seis de la mañana, recogía la leña, iba al río a por agua, levantaba a sus hermanos y los acompañaba al colegio, donde tenían que recorrer cuatro kilómetros cada día, ya que se encontraba fuera del poblado.
Un día, al salir del colegio, la hermana pequeña le dijo a Sicada que si podía ayudarle con los deberes que le habían mandado, Sicada le contestó, con mucha pena, que no, que aquel día tenía muchas cosas que hacer.
Al día siguiente, la hermana pequeña le dijo de nuevo al salir del colegio:
- Chacha, ¿hoy me podrás ayudar con las tareas que me ha mandado mi profe?
Sicada, con lágrimas en los ojos, le dijo:
- Hermanita, deseo con toda mi alma poder ayudarte, pero cuando papi se fue al cielo, me salí del cole, para poder cuidarte y no sé leer ni escribir.
La hermana pequeña sorprendida, le prometió que le iba a enseñar a leer.
A partir de entonces, todas las tardes, Sicada se ponía junto a su hermana pequeña mientras hacia las tareas, y se fijaba como escribía. Así, poco a poco, Sicada empezó a leer.
Cuando sus hermanos, se fueron haciendo grandes y no necesitaban ayuda, se apuntó de nuevo a la escuela y cumplió su sueño, poder leer y escribir sus propias historias.
A los pocos años Sicada, se ganaba la vida yendo de casa en casa, enseñando a todas aquellas personas que, como ella, no habían tenido la oportunidad de aprender a leer y escribir.
FIN
NOMBRE: MARÍA LUNA ARIZA
No hay comentarios:
Publicar un comentario