viernes, 25 de marzo de 2011

"ENTRE TODAS, PODEMOS"

Erase una vez, un lugar llamado Mandara, cuya perfecta situación lo había escogido para poseer lo más bellos oasis del continente africano. Paseaba una tarde abril entre las dunas cuando de repente unas risas despistaron mi camino. Me acerqué hacia ellas y me encontré con  tres niñas. Charlaban entre ellas riéndose a carcajada limpia, tan limpia como el aire que allí se respiraba. Me senté junto a ellas, y comenzamos a hablar.
-                     Hola! ¿Qué estáis haciendo?
-                     Cestos, cogemos el esparto y lo trenzamos, es un poco aburrido, ¿quieres probar? – Cogí un poco esparto y comencé a trenzarlo.

Y ahí estaba yo,  junto a Jamila, Neema y Aisha de repente era otra amiga más. Comenzaron a surgir temas mientras mis dedos se enredaban unos con otros entre el esparto. Empezó a caer la noche y las risas no cesaban. Ya hacía rato que el esparto cayó olvidado sobre la arenas de aquellas dunas. Y tumbadas mirando hacia el cielo Aisha comenzó a decir:

-                     Me hubiera gustado poder haber sido médica. Veo a mi abuelita tumbada en la cama desde hace mucho tiempo y me gustaría saber curar a la gente enferma.- a lo que Jamila replicó:
-                     Ya sabes lo que dice mi padre cuando se pone gallito, “la culpa es del gobierno, qué partía de sinvergüenzas”. Por lo visto nuestro presidente no le importa en hacer crecer al país si no sólo su cuenta bancaria.
-                     Y, ¿Dónde se quedan nuestros sueños? ¿Nuestros proyectos e ilusiones? Yo por culpa de este hombre ambicioso no me quedo sin ser arquitecta, hombre! De hecho ya habéis visto como he contribuido en arreglar el poblado junto a los mayores. Dijo Neema. Chicas, levantémonos y vayamos a la casa del presidente, que este se va a enterar.

Caminamos 2 días y medio entre palmeras y dunas hasta que llegamos a la gran mansión del presidente. Llamamos a la puerta entre miradas nerviosas. Y salió.- Que hombre más feo! –Murmuró Neema  –Shhhh cállate! Dijo Aisha.

-                     Hola Señor, ¿Dónde has metido el dinero que debe de ir destinado para mi educación? ¿Por qué no deja de hacer obras para agrandar su casa y comprarse trajes caros, y se y se gasta el dinero en lo realmente importante y productivo como somos las personas d este país? – Neema no tiene pelos en la lengua.

El presidente, que casualmente le pilló en un dia sensible, nos miró, y se hechó a llorar muy arrepentido de lo cruel y mezquino que había sido durante tantos años. Al dia siguiente mandó derribar su casa, llevó al “compro oro” todo él que poseía y con el dinero que le dieron creó centros de educación públicos para todos los poblados del país. Pudiendo estudiar desde los 3 años hasta terminar alguno de los cientos de miles de grados que ofertaba. Erradicó el analfabetismo y la riqueza del país de triplicó de manera equitativa.

Ahora, gracias a que mi  presidente ha pensado en los ciudadanos de su país, he podido estudiar. Ya  me encuentro en mi último año de grado de economía porque a mí, nunca más “me volverán a llevar las cuentas”.


NOMBRE: Mª LUISA TISCAR MATA

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