viernes, 25 de marzo de 2011

"QUERIDO LIBRO"

Quedaba poco más de un kilometro para llegar a casa. Acompañada de mi madre tras un largo día de trabajo recogiendo todo tipo de metales (latas, hierros, etc.) para luego venderlos por unos pocos pesos. Justo antes de girar la esquina de la gran avenida que nos guiaba hasta nuestro hogar, hicimos la última parada. Allí, me incline para recoger una caja metálica de esas galletas que tanto comen los demás, al abrirla cual fue mi sorpresa: ¡Un libro!

Rápidamente, se lo enseñé a mi madre y le dije:
           -¡Mami! Mira lo que he encontrado, ¿me lo leerás?

Mi madre cogió el libro y mirándome a los ojos me respondió:
            -¡Ojalá pequeña mía! pero mamá no sabe leer, ni tampoco escribir.

Desde muy pequeña se ha tenido que dedicar a cuidar de la familia y no ha podido ir a la escuela.
            -Pero mamá, yo tampoco estoy en la escuela, y no quiero llegar a mayor sin saber leer ni escribir.
            -Ya lo sé hija mía, pero todo no se puede tener en esta vida.

Con esa frase terminó la conversación. En esos momentos pensé  ¿Por qué yo no puedo ir a la escuela si tengo las mismas ganas de aprender que los demás niños? Para mi temprana edad, 8 años, aún me resultaba difícil encontrar una respuesta y entenderlo.

Al llegar a casa, oí hablar en un tono elevado a mis padres. Mi madre intentaba convencer a mi padre de que debían de esforzarse, aun más, para pagar las tasas de mi escolarización. Mi padre trabajaba limpiando las botas de los señores en la plaza de la ciudad, y mi madre como os he contado, vendía la chatarra que encontraba en la ciudad su sueldo no le permitía ese tipo de gastos.

Aun así, antes de irme a dormir, mis padres me llamaron a su presencia, y como si de un interrogatorio de película se tratase; luz tenue alumbrado la silla en la que estaba sentada y ellos dos de pie observándome, comenzaron a hablar:
            -Guadalupe, papá y yo hemos estado hablando sobre la posibilidad de que te inicies en la escuela de la ciudad.

Sin saber aún cual iba hacer su respuesta final, no pude contener derramar dos pequeñas lágrimas.
            -Como bien sabes, la situación de nuestra familia no es buena. Papá, trabaja de sol a sol en la plaza para que los señores lleven bien limpios sus calzados. Mientras tanto, tú y yo buscamos chatarra para ayudar aun más en nuestro hogar- dijo mi madre entre sollozos.
            - Lo sé madre
            - Aun así, hemos decidido inscribirte en el nuevo curso de la escuela para que puedas aprender a leer y escribir, y en un futuro tengas un buen trabajo con el que puedas vivir mejor.
            -Pero padres.
            - Pequeña, ya está todo decidido- interrumpió mi padre- el mes que viene empezaras con tus estudios. Ahora bien, queremos que tengas claro una cosa, en esta vida sin esfuerzo no se consigue nada. Mamá y yo  trabajaremos aún más duro para pagar tus estudios hasta donde seas capaz de alcanzar, pero tú debes de esforzarte cada día como te esfuerzas en tu trabajo. Tu compromiso con la escuela debe de ser igual o superior al que nosotros tenemos hacia nuestro trabajo y hogar. Además, no debes nunca  conformarte con lo mínimo, nuca digas “con saber esto, basta”, se valiente, esfuérzate, muestra interés y lucha por lo que realmente quieres, que es aprender a leer y escribir, solo así conseguirás tus objetivos y nos harás realmente felices.

Tras la charla, rompí a llorar, mis padres se acercaron hacia mí, y los tres nos fundimos en un apasionado abrazo. Se estaba presentando ante mí, la oportunidad de mi vida, para aprender a leer, escribir, contar, etc. y no la pensaba desaprovechar.

Con el paso del tiempo iba avanzando cursos. Mamá consiguió un trabajo mejor como limpiadora de hogar, y papá seguía abrillantando los mocasines de los señores de la plaza.

Una vez terminado mi último curso, quería seguir estudiando para ayudar a mis padres cuanto antes. Conseguí un trabajo como repartidora de periódicos por las mañanas lo que me ayudo a cofinanciar mis estudios en la universidad junto con la gran ayuda y sacrificio de mis padres.

Actualmente he terminado mi carrera. Soy diplomada en Ciencias Empresariales. Regento junto con mis padres una zapatería que además de ser la que mejor abrillanta los calzados, realizan los mejores cosidos y arreglos de toda la ciudad. Pero todo no acaba aquí, he comenzado a enseñar a mis padres a leer y escribir, y cada noche antes de dormir, me siento con mi madre y leemos parte de ese libro magnifico que nos encontramos, el cual despertó en mi esas ganas de crecer como persona, ganas por saber cada día más y por superarme en cada reto que me ponía la vida.


NOMBRE: RAFAEL BLAZQUEZ ALBA

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