Desde muy niña, había tenido entusiasmo por el saber, pero no tuvo oportunidad para acceder a la educación, debido al incremento en el número de miembros de la familia, tuvo que incorporarse muy pronto al mercado laboral. A pesar de que el padre de familia intercalaba dos trabajos para poder sustentar a la familia, eran demasiadas bocas que alimentar, y como sabemos, la posguerra fueron unos tiempos muy difíciles.
Tenía dos hermanos varones, ellos eran más privilegiados, al ser hombres, tenían mucho más fácil el acceso a recibir unos conocimientos que ella tanto anhelaba. Su imaginación jugaba un gran papel, a escondidas ojeaba los libros y cuadernos de sus hermanos, cerraba sus ojitos y se localizaba en el colegio de sus hermanos, nunca había traspasado, ni siquiera, la cancela de la entrada, pero eso no era impedimento para soñar despierta e imaginárselo todo a la perfección.
Muy jovencita, se casó, y de nuevo, eligieron por ella, tuvo que abandonar su trabajo, aquel que le había dado la oportunidad de relacionarse con otras muchachas y tener algo de libertad, algo que en aquellos tiempos, era difícil.
Educó a sus hijos lo mejor que pudo, y a diario se sentaba con ellos para hacer las tareas, ese hecho le despertó de nuevo su ilusión. Por fin podría optar a algo tan básico que desde pequeña le habían negado, pronto se convirtió en su rutina. Se levantaba por la mañana pensando en lo que iba a aprender esa misma tarde, eran las lecciones que sus hijos estaban recibiendo esa misma mañana. Como permanecía toda la tarde estudiando, haciendo las tareas y ayudando a sus hijos a preparar las lecciones y exámenes, por la mañana tenía que esmerarse y no descuidar ninguna de sus labores, pero todo ese esfuerzo lo hacía encantada.
Fue capaz de transmitirles a sus hijos, su ilusión, y no desaprovecharon la oportunidad que a su madre le fue arrebatada. Sacaron sus estudios, y ella se sentía más feliz que nunca, se consideraba también protagonista de ese logro.
Con el paso de los años, se enteró de la existencia del “Centro de adultos”, no demoro su matrícula, por fin iba a acudir a un colegio para recibir clases, tal y como sus hermanos lo habían hecho medio siglo antes. Obtuvo el graduado escolar, y conserva todos y cada unos de los cuadernos de su paso por el colegio, a menudo los ojea, es la manera que tiene de no olvidar lo que fue, según ella, su resurrección. Confiesa que el acceso a la educación la ha hecho estar mucho más segura de sí misma, a la hora de relacionarse con los demás, es una pieza fundamental.
En la actualidad, forma parte de un grupo de teatro de la tercera edad. Considera toda una hazaña haber conseguido una lectura fluida, cada día cultiva su memoria y trabaja su capacidad para recordar los diálogos. Confiesa que no ha sido fácil el camino, pero nunca pensó que lo fuera.
Se siente una privilegiada…… y yo… me siento orgullosa de ella.
NOMBRE: MARÍA DEL PILAR CABALLERO IRIBARNEGARAY
No hay comentarios:
Publicar un comentario