Toriko es un joven japonés, vive en Wakayama, una zona costera del Océano Pacífico. Se encuentra al término de su carrera universitaria y vive muy preocupado por su futuro, lleva semanas sin apetito, apenas come, ya que la incertidumbre que tiene acerca de qué será de su vida en un par de meses le supera, se encuentra aferrado en su habitación, en su ordenador buscando trabajo, pero sin éxito. Su padre es un hombre de finanzas que trabaja fuera de su ciudad, su familia se encuentra en una situación acomodada, tienen una vivienda, sus padres le han dado la oportunidad de gozar de una enseñanza, una carrera universitaria, además tiene multitud de amigos con los que se divierte todas las semanas. Sin embargo, su preocupación es tal que ahora mismo piensa que su vida no tiene sentido y que todos los años de aprendizaje quizás no le sirvan para encontrar un empleo.
Son las tres menos cuarto, hora local, de un 11 de Marzo. Toriko se encuentra en su habitación, inmerso en su ordenador. De repente, su habitación comienza a agitarse, su madre empieza a gritar, sube a su cuarto y llorando ambos se esconden debajo de la mesa. Desde el primer momento, Toriko sabe que no se trata de un terremoto cualquiera, el miedo no le permite moverse, no sabe qué hacer. Toda la casa cruje, parece que en el cualquier momento puede partirse en dos, desde su ventana observa como un rascacielos se tambalea y empieza a venirse abajo de una forma desoladora. Pasan segundos que no parecen horas, parecen eternos años de espera. El temblor aunque persistente, va amainando a la vez que se van reproduciendo réplicas, Toriko corre en busca de su móvil último modelo, está muy preocupado por su padre, sabe que trabaja en un rascacielos y ya ha visto derrumbarse a uno desde su ventana. Llama una y otra vez a su padre, pero no hay línea telefónica, enseguida va en busca de su ordenador de última generación pero internet no funciona, parece ser que la tecnología en estos momentos no sirve de nada. Salen a la calle, el panorama es dramático, cientos de familias han salido de sus casas, sus rostros y miradas perdidas lo dicen todo. Empiezan a sentirse afortunados, varios edificios de su alrededor están en llamas y probablemente existan familias atrapadas en el fuego. La casa de Toriko, parece haber aguantado el seísmo, pronto las calles se inundan de bomberos y policías, intentando solventar la dramática situación. Cuando piensan que lo peor ha pasado, reciben una noticia: El seísmo ha provocado un tsunami que se dirige hacia la zona costera, Toriko y su madre son evacuados en un centro educativo, lejos de su ciudad. Horas más tarde, por televisión van llegando noticias a cuentagotas y ven cómo su ciudad ha quedado inundada, el agua lo ha arrasado todo de una manera abrumadora, son conscientes de que su casa ha desaparecido, en la televisión conocen que tan sólo han podido ser evacuadas veinte mil personas, vuelven a sentirse afortunados. De repente, el teléfono de Toriko suena, se trata de su padre, un riego de alegría y esperanza corre dentro de su cuerpo, su padre está bien, se encuentra evacuado en un centro comercial y pasará allí la noche, al día siguiente podrán reencontrarse.
Tras pasar la noche más larga de sus vidas, Toriko, su madre y su padre al fin están juntos, no paran de llorar por la situación que han vivido, pero se sienten privilegiados, han sobrevivido a la tragedia, saben que lo han perdido todo, no tienen vivienda, no tienen nada pero dentro de la tristeza, respiran la alegría de estar juntos y sanos, tendrán que empezar de cero pero se sienten con fuerzas porque están unidos.
Toriko aprende a valorar la vida, ha pasado de la riqueza a la pobreza, pero tiene lo más elemental y básico, tiene vida, tiene una familia y tiene una educación que le permitirá desenvolverse en esta nueva vida que le ha tocado vivir y que a buen seguro, conseguirá salir adelante. Es consciente que otras muchas personas no han tenido la oportunidad de volver a nacer, ni siquiera han tenido acceso a una educación digna y ahora deberá luchar junto a su familia por sobrevivir, por tener algo que llevarse al estómago. Mientras tanto se encuentra refugiado con sus padres en un centro educativo donde conviven cientos de familias y niños, se levanta temprano todas las mañanas pues en dicho centro, se encarga de enseñar a todos los niños y niñas que se encuentran refugiados, ya que no pueden acudir a la escuela. Ahora Toriko tiene un sueño, ya tiene decidido su futuro, quiere seguir educando a todos estos niños que se han visto desfavorecidos por la tragedia.
NOMBRE: VICTOR GALLARDO RODRÍGUEZ
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