En un pequeño pueblo de Kenya se encontraba Amia trabajando en una escuela comunitaria de la región, a la cual se acercaban niños de toda la zona, cuando de repente a través de la ventana vio como un niño, descendía una cuerda desde un árbol para poder alcanzar unas piezas de pan que se encontraban en la puerta de un hogar. Rápidamente vio que no era un niño del lugar, su cara le era totalmente desconocida. Tan sigilosamente como pudo salio de la escuela y se acerco desde atrás al árbol, cuando estuvo en su base miró hacia arriba e inquirió:
- Ey!! ¿Qué haces ahí?
Con el sobresalto, el niño cayó al suelo dándose un buen cocotazo, aturdido, se levantó, miro a Amia a los ojos y sin mediar palabra comenzó a correr hacia la maleza, sin que Amia pudiera si quiera reaccionar.
Amia volvió a la escuela, mientras trabajaba en nuevos temarios, no se podía quitar de la cabeza la mirada perdida y miedosa de aquel muchacho. Sin pensarlo ni un minuto más salio a indagar quien era aquel descarado ladronzuelo.
Pronto descubrió que era un niño recién llegado, de tierras lejanas, huyendo, junto a su familia de la sequía que azotaba toda la zona más septentrional del país.
Cuando pudo dar con él, Amia se le aproximo y le dijo con tono suave:
- Hola, ¿Cómo te llamas?
- Mi nombre es Luca, respondió él, con la mirada perdida hacia el suelo.
- ¿Qué tramabas, Luca, allí subido?
- Solo buscaba algo que comer, mi familia pasa muchísima hambre y yo soy el mayor de mis hermanos. Mi padre murió. – Contesto apenado.
Amia quedo en silencio durante un tiempo hasta que acertó a decir:
- Hagamos un trato Luca… yo te conseguiré cada día algo que comer, pero habrás de ganártelo
La cara de Luca cambio radicalmente, pero de nuevo con cara recelosa preguntó:
- Y, ¿Qué espera usted de mi señora? – Dijo él.
- A cambio, solo espero que asistas a mis clases cada mañana, cuando termines de cada día de estudio, te daré la comida para que la puedas llevar a tu familia.
Luca comenzó a asistir a clase cada día, convirtiéndose, además, en el alumno más brillante de la escuela.
Amia nunca olvidará a aquel joven, pues con lo aprendido en la escuela pudo acceder a estudios superiores y monto un pequeño negocio de canje de productos de donde obtenía pequeñas comisiones que le permitió reunir dinero suficiente como para modernizar la escuela de su región.
NOMBRE: TOMÁS CARPINTERO ARIAS
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