En una pequeña villa, al norte de España, habitaban una población que se dedicaba a la pesca. En ese pueblo, todos los niños empezaban a trabajar en edades muy tempranas ya que se encontraban en una pequeña villa donde los recursos eran escasos para poder tener una educación ya que no había colegios y no tenían medios suficientes los padres para poder hacer frente a los gastos que suponían para ello.
Al tratarse de una villa alejada, los productos para la alimentación, comunicaciones en cartas y otros medios, sólo iban una vez a la semana al encontrarse la población alejada de la ciudad y al no habitar demasiada población.
Un día llegó el cartero al pueblo, y se llegó a casa de la familia Guerra para dejarle algunas cartas. En ese momento todos los miembros de la familia se encontraban fuera del domicilio, ya que se encontraban en el trabajo, y sólo permanecía su hija mejor Rocío.
La niña recogió todas las cartas y las depositó en la mesa y siguió viendo la televisión. Al aburrirse y estar sola en su casa, se dirigió a las cartas y las abrió. Rocío no sabia ni leer ni escribir y por tanto, no pudo leer las cartas que tanto le llamaba la atención.
Al llegar los demás miembros de la familia, Rocío se dirigió a su madre y le comentó que había llegado el cartero y le había dejado unas cartas. En ese momento, la niña comentó a su madre que abrió las cartas pero no sabía lo que ponía y que quería ir al colegio para aprender a leer para poder saber su contenido. La madre se echó las manos a la cabeza y se lo negó , ya que ninguno de sus hijos había ido al colegio.
La niña día tras día le pedía a su madre ir al colegio ya que tenía ganas de aprender y tener conocimientos sobre materias que desconocía.
Un día su madre, al observar el entusiasmo que tenía su hija por ir al colegio y aprender, la matriculó en el colegio de la ciudad. Cuando entró Rocío a la clase, se dio cuenta que era la única niña y que todos se asombraron de su asistencia ya que era una situación rara que una niña fuera al colegio.
Rocío era una chica introvertida y estudiosa. En clase sus compañeros se mofaban de ella además de que era raro que una niña estudiara, por sus notas y no comprendían que su tiempo libre lo dedicase a leer.
Un día, Rocío dijo en clase:
- Llegaré a ser Presidenta del Gobierno, gracias a mi esfuerzo.
Todos lo tomaron con bromas y carcajadas, ya que todos pensaron que era un hecho imposible que una mujer supiera más que todos ellos y que llegase a conseguir un trabajo.
Rocío siguió en el colegio como una alumna excelente y al cabo de los años la chica consiguió su propósito a base de constancia y esfuerzo.
Antonio Jesús Guerra Franco
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